Aunque representan un avance clave en la medicina oncológica y han mejorado el pronóstico de muchos pacientes, las terapias biológicas no son aplicables a todos los tipos de cáncer ni garantizan siempre mejores resultados. Su eficacia depende del perfil molecular del tumor, el estado del paciente y la combinación adecuada con otros tratamientos. Conocer sus beneficios, limitaciones y riesgos es fundamental para tomar decisiones informadas.
¿Qué son las terapias biológicas?
Según el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, las terapias biológicas son tratamientos que utilizan organismos vivos, sustancias derivadas de estos, o versiones de estas sustancias producidas en laboratorio, para tratar enfermedades. En el contexto del cáncer, su principal función es estimular o restaurar la capacidad del sistema inmunológico para combatir las células tumorales.
Existen dos grandes grupos dentro de las terapias biológicas: las terapias dirigidas y la inmunoterapia.
- Terapias dirigidas: Se enfocan en atacar dianas moleculares específicas presentes en las células tumorales. Esto permite modificar el curso de la enfermedad con mayor precisión y menos daño colateral.
- Inmunoterapia: Estimula el sistema inmunológico para que detecte y destruya células cancerosas, bloqueando las barreras naturales que impiden una respuesta inmunitaria eficaz frente al tumor.
En ambos casos, se busca actuar de manera más específica y menos tóxica que la quimioterapia tradicional, la cual suele afectar también a células sanas.
Ventajas frente a otros tratamientos
Uno de los mayores beneficios de las terapias biológicas es su especificidad, lo que permite una mejor tolerancia y un perfil de efectos adversos más favorable. Según el NCI, estas terapias pueden:
- Ayudar al sistema inmunológico a destruir células cancerosas.
- Interrumpir el crecimiento y diseminación de las células tumorales
- Bloquear señales que promueven la formación de vasos sanguíneos en los tumores.
- Transportar sustancias citotóxicas directamente a las células malignas.
Además, permiten avanzar hacia la medicina personalizada, dado que su uso se basa en el perfil molecular de cada tumor. Por ejemplo, en el cáncer de pulmón, el conocimiento de sus alteraciones genéticas ha permitido desarrollar terapias específicas para subtipos moleculares de la enfermedad, mejorando el pronóstico.
¿Son siempre la mejor opción?
La respuesta es no. Si bien las terapias biológicas representan una herramienta poderosa, su aplicación no es universal. La elección de un tratamiento depende de múltiples factores: el tipo de cáncer, el estadio de la enfermedad, las características moleculares del tumor, el estado general del paciente y su historial clínico.
Limitaciones a considerar:
- Eficacia variable: No todos los tumores responden a las terapias biológicas. Algunos presentan resistencia o no expresan los biomarcadores necesarios.
- Efectos adversos: Aunque suelen ser menos frecuentes que con la quimioterapia, los efectos pueden ser, especialmente en inmunoterapia: fatiga, diarrea, erupciones cutáneas, neumonitis, entre otros.
- Costo y accesibilidad: Son tratamientos de alto costo y no siempre están disponibles en todos los sistemas de salud o para todos los tipos de cáncer.
- Requieren tecnología y diagnóstico avanzado: Para su indicación, muchas veces es necesario realizar estudios genéticos o moleculares que no siempre están disponibles.
- Vías de administración: La mayoría de estos medicamentos deben administrarse por vía parenteral (inyectables), lo que puede implicar incomodidad para el paciente.
¿Cuándo son una buena opción?
Las terapias biológicas pueden ser clave en casos específicos:
- Cuando se detectan alteraciones moleculares que pueden ser blanco de terapias dirigidas.
- En pacientes que no toleran la quimioterapia convencional.
- Como tratamiento de primera línea en tumores como melanoma, ciertos linfomas, cáncer de mama HER2+, entre otros.
- En combinación con otras terapias (quimio o radioterapia), mejorando la eficacia del tratamiento.
En conclusión, las terapias biológicas han revolucionado el enfoque terapéutico del cáncer, permitiendo mayor precisión y mejores resultados en determinados casos. Sin embargo, no son la solución universal. Su indicación debe ser siempre individualizada y basada en evidencia científica, evaluando cuidadosamente los riesgos, beneficios y la viabilidad para cada paciente.
Es fundamental que pacientes y familiares dialoguen con sus médicos para entender todas las opciones disponibles y tomar decisiones informadas sobre su tratamiento.