En el Instituto Oncológico Henry Moore, durante los últimos 25 años, se han atendido a más de cincuenta mil pacientes. Aproximadamente el 15% de ellos, es decir, unas siete mil personas, han sido identificadas con obesidad. Además, se ha observado que alrededor del 35% de la población del instituto tiene sobrepeso u obesidad, y tras la pandemia, este porcentaje ha aumentado en un 3%.
La obesidad es un problema de salud pública y constituye la segunda causa más importante de cáncer, después del tabaquismo. Esta condición se asocia con un mayor riesgo de varios tipos de cáncer, además de estar vinculada con otras enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares.
“La obesidad tiene un impacto significativo en una variedad de enfermedades, incluido el cáncer”, confirma Ernesto Gil Deza, Director de Investigación y Docencia del Instituto Oncológico Henry Moore. Y argumenta: “el sobrepeso aumenta la cantidad de células disponibles para mutar y proporciona factores de crecimiento que los tumores utilizan para crecer. Además, induce inflamación crónica y una relativa inmunodeficiencia, predisponiendo a infecciones y diabetes, complicando la inmunidad en personas obesas en comparación con aquellas de peso normal”.
Un dato relevante que comparte Gil Deza es que además el cáncer es más frecuente en personas obesas y tiende a encontrarse en estadios más avanzados, lo que puede influir en el éxito del tratamiento. “Abandonar el tabaco y controlar la obesidad y el sedentarismo son cambios de conducta clave para combatir el cáncer”, sentencia el especialista.
El rol de la industria alimentaria no es menor y su contribución en el incremento de las calorías en las porciones y la disponibilidad de alimentos poco saludables se suman al estilo de vida moderno, que reduce la actividad física, exacerbando el problema de la obesidad. “El aumento de la obesidad infantil y el sedentarismo en niños son preocupaciones crecientes, exacerbadas por la falta de espacio y la reducción de las horas de sueño en las ciudades”, agrega Gil Deza.
En términos de conducta para reducir el riesgo de cáncer y mejorar el tratamiento, “es fundamental abandonar el tabaquismo, aumentar la actividad física, controlar el peso y descansar adecuadamente” , advierte el profesional y recalca que, después de la pandemia, “se ha observado un aumento en los casos de obesidad y problemas relacionados como la diabetes, debido a cambios en los hábitos alimentarios, la actividad física y el estrés”.
“En el contexto de la atención médica, es esencial abordar los factores subyacentes como la diabetes, la obesidad, el sedentarismo y los hábitos tóxicos que contribuyen al desarrollo de enfermedades como el cáncer”, concluye.