por qué HENRY MOORE

Desde la elección del nombre del Instituto, Henry Moore, un escultor inglés cuyas ideas y obras redimensionaron el valor de los volúmenes y los espacios entre los mismos, la idea fue tener claro que la medicina no es sólo de los médicos y el arte de ser médico es tan excelso como el de un escultor, tan impetuoso, vertiginoso y cuidadoso como el cincel que trabaja la piedra para darle forma. Tan original que ninguna obra es igual a otra como ningún paciente es igual a otro.

Por eso, elegimos al escultor que redescubrió la belleza de las formas inspiradas en la naturaleza y el valor del vacío en la escultura. Un vacío que da sentido y que libera, porque eso es lo que sienten los pacientes ante el diagnóstico. Para que se pueda dar forma a una vida donde el vacío parece quebrar todo futuro y nuestra compañía tiene valor sólo si podemos dar esperanza y sentido a la misma, cualquiera fuese el tratamiento indicado

Así, en los cimientos, nos contactamos con la Fundación Henry Moore para solicitar autorización para darle su nombre a un Instituto Oncológico y somos el único Instituto Oncológico Henry Moore en el mundo.

Cuando los visitantes ven por primera vez el instituto no comprenden porque hay tantos espacios abiertos, algunos han llegado a decir “desperdiciados”, pues son metros cuadrados destinados a jardines y lucarnas.

Luz y vida. Eso pidieron los diez pacientes seleccionados que colaboraron con el arquitecto que diseñó el instituto.  “Queremos que sean espacios luminosos y que estén llenos de vida”.

Nadie sabía ni sabe más de sus necesidades que quienes sufren el diagnóstico y el tratamiento que sigue al mismo.

Eso les dimos.

Pero, además, abrimos en cada pared ventanas con cada cuadro que permite a los pacientes viajar seguros en cada obra de arte. Luz y vida, a cada paso en cada rincón.

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