El Instituto Oncológico Henry Moore pone en marcha, a partir de diciembre, un nuevo dispositivo de atención: consultorios destinados al seguimiento de pacientes potencialmente curados de cáncer, ubicados en la sede del Instituto William Osler y atendidos por un equipo especialmente formado para esta etapa de la trayectoria asistencial.
El proyecto surge de una transformación en la oncología contemporánea: cada vez se cura más gente. Esa realidad, señala el Director de Investigación y Docencia del Instituto Dr. Ernesto Gil Deza, exige repensar no solo cómo se trata a los pacientes, sino también cómo se los acompaña cuando superan la enfermedad.
«Los consultorios de seguimiento nacen de una realidad: cada vez se curan más pacientes. Esto, por supuesto, nos da una enorme alegría», explica y señala que «en oncología tenemos series que muestran que progresivamente se curan más personas y eso plantea dos preguntas: cómo deben ser seguidos y por quién». «El tumor es solo un evento en la vida de un enfermo», subraya Gil Deza.
Seguimiento integral
El nuevo modelo del IOHM parte de la premisa de que el seguimiento de un paciente curado requiere una mirada más amplia que la estrictamente oncológica.
«Hoy sabemos, por numerosos estudios, que el seguimiento de los pacientes curados debería contemplar aspectos que tienen que ver con la calidad de vida, la nutrición, la actividad física, el cuidado cardiológico, las toxicidades tardías y, sobre todo, un abordaje mucho más centrado en la persona que en el tumor», señala Gil Deza.
Con este fin, el Instituto conformó un equipo interdisciplinario liderado por el oncólogo Dr. García Gerardi e integrado por clínicos, mastólogos y ginecólogos, específicamente entrenados para acompañar a quienes ya atravesaron los años de mayor riesgo de recaída.
Los consultorios están dirigidos a pacientes con estadios iniciales de la enfermedad. «Entre el tercer y el quinto año el riesgo de recaída es muy bajo y creemos que esta es la manera de acompañar mejor al paciente, con un seguimiento más integral de su salud y de su persona», explica el especialista en oncología.
Acompañar sin reabrir heridas
El cambio también responde a algo que los pacientes expresan con frecuencia: el impacto emocional de volver al lugar donde vivieron el diagnóstico, la quimioterapia y los momentos más complejos del tratamiento.
«Muchos pacientes nos dicen que nos quieren mucho, pero que les resulta muy pesado volver periódicamente al lugar donde vivieron la experiencia del diagnóstico y la quimioterapia. Es un espacio que les genera, al mismo tiempo, afecto y rechazo», cuenta. En este sentido, la propuesta del IOHM busca reducir esa carga emocional sin perder seguridad clínica. «La pregunta que nos hicimos es cómo ofrecerles un lugar menos impactante, con la misma seguridad», resume Gil Deza.
Por eso, aunque los consultorios funcionan fuera del edificio principal, no están desconectados del Instituto, sino diseñados bajo su conducción y articulación directa. «Si surgiera cualquier duda o el más mínimo indicio, el paciente vuelve inmediatamente a su médico oncólogo. Esto no está desconectado del IOHM: es un diseño del propio Instituto para que la experiencia del paciente sea mejor», apunta.
El funcionamiento mantiene una lógica: los primeros dos años posteriores al diagnóstico los pacientes son seguidos por oncología, hematología o urología en la sede central; superada esa etapa, y tras una evaluación completa del oncólogo que certifica ausencia de enfermedad, el paciente será derivado al nuevo consultorio donde tendrá controles y seguimientos en un entorno menos asociado a su paso por el tratamiento.
El objetivo final es que el paciente pase nuevamente a la atención de un clínico general. «De lo contrario, nunca recibe el alta», advierte Gil Deza.
Aunque el ingreso habitual será por derivación de los médicos oncólogos del IOHM, el nuevo dispositivo también podrá recibir pacientes que hacen sus controles por fuera y deseen un espacio de seguimiento específico. «Si un paciente que se atiende afuera siente lo mismo y quiere sumarse a este tipo de seguimiento, puede hacerlo. Ingresará por oncología, se evaluará su situación y luego será derivado», aclara.
El paciente en el centro
La iniciativa profundiza la línea histórica del Instituto: poner al paciente en el centro del cuidado.
«La idea es lograr que el paciente se reintegre a una vida normal, que vea menos médicos y que tenga la certeza de que el seguimiento tiene la misma seguridad que tendría con su oncólogo, incluso mejorada, porque el clínico puede ver otras cosas», sintetiza Gil Deza.
En diciembre, con la apertura de estos consultorios, el IOHM inaugura un nuevo capítulo que reconoce que curarse del cáncer no es solo vencer un tumor, sino también reconstruir una vida, y que el sistema de salud debe acompañar ese proceso con la misma seriedad, sensibilidad y solvencia con la que aborda el tratamiento activo.
