Día Mundial Sin Tabaco. Su consumo está relacionado a más de 160 tumores

Día Mundial Sin Tabaco. Su consumo está relacionado a más de 160 tumores

Cada año, el 31 de mayo, la Organización Mundial de la Salud y sus socios globales celebran el “Día Mundial Sin Tabaco”, una fecha destinada a destacar los riesgos para la salud asociados con el consumo de tabaco y abogar por políticas eficaces para reducir su consumo, principal causa evitable de muerte a nivel mundial y responsable de la muerte de uno de cada 10 adultos en todo el mundo. 

“Desde el punto de vista oncológico, la lucha contra el tabaco debe ser permanente y absoluta”, sostiene el Dr. Ernesto Gil Deza, Director de Investigación y Docencia del IOHM y celebra que exista un día para reflexionar, aunque insiste en la necesidad de abordar esta problemática en forma sostenida. 

“El tabaco ha matado más personas en un año de lo que todas las guerras de la humanidad han hecho en los siglos de registro histórico” ilustra y advierte que “es el asesino por excelencia en términos de tóxicos”.

“El tabaco mata fundamentalmente por dos grandes vías: o bien es la génesis del cáncer, ya que tiene agentes químicos que producen mutaciones, o lo hace por alteraciones respiratorias o cardiovasculares”, explica el médico y docente y añade que, si no llega a matar “nos quita una enorme calidad de vida”. 

El tabaco está relacionado con más de 160 tumores diferentes, entre ellos el cáncer de pulmón y el cáncer de vejiga como los más relevantes, pero también están vinculados con su consumo los cáncer de esófago, páncreas y cuello uterino. 

SÍNTESIS y datos sobre tabaquismo

“Analizar el tabaquismo no es fácil, pero desde hace 12 años en el IOHM venimos registrando en todos nuestros pacientes de primera vez, si fumaron, si dejaron de fumar o si fuman aún” señala Gil Deza y detalla que “en las 25.989 declaraciones de los pacientes de primera vez tenemos aproximadamente unos 14.110 tabaquistas o ex tabaquistas; prácticamente el 54% de los pacientes que concurren con diagnóstico de cáncer han fumado alguna vez en su vida o fuman actualmente”.

Los datos se desprenden de SÍNTESIS -el primer Observatorio del Cáncer del país con información y análisis propio del IOHM-, que registra también que aproximadamente 10.000 pacientes dejaron de fumar, pero 4.000 continúan fumando al momento de la consulta con el oncólogo. “La visita al médico especialista es una oportunidad para dejar de fumar, y el oncólogo debe tener claro que el momento de la consulta es un momento clave para tratar de que el paciente y la familia dejen de fumar”, considera Gil Deza..

“La mayoría de nuestra población estudiada ha terminado el secundario, tiene trabajo, está afiliada a un sistema de salud, y la mitad de ellos comenzó a fumar después de los 17 años”, advierte el profesional al tiempo que resalta que “uno de los signos más claros de la pobreza es que entre los niños pobres, la primera droga que consumen habitualmente es el cigarrillo que y lo hacen entre los 6 y los 8 años de edad”. En este punto, hace hincapié en la necesidad de entender que existe una población extremadamente vulnerable que empieza su adicción al tabaquismo a los pocos años de vida. 

En cuanto a los datos relevados por SÍNTESIS, los consumidores de tabaco -mayores de 17 años- “ya son personas adultas con capacidad de elección y decisión, en tanto que el promedio de intensidad de consumo es de 28 pack-year”, que evidencia que en promedio, esa población fuma un paquete por día durante casi treinta años. 

Hábito adictivo 

Gil Deza sostiene que el tabaquismo es un hábito “del cual es muy difícil desembarazarse” y esto se debe a que, como toda adicción, despierta un placer relacionado con la liberación de dopamina que incita a fumar cada vez más. Pero además, los cigarrillos modernos están diseñados para ser mucho más adictivos que aquellos de la década del ´50. 

“Hay dos situaciones que llevan a que el tabaquista continúe fumando: uno es el excepcionalismo, es decir, un sesgo cognitivo por el cual la persona piensa que esto a él no le va a pasar, es esa idea de que esto le pasa a los demás y yo de alguna manera he sido bendecido con la excepción y a mí no me va a pasar”, sostiene el médico especialista en oncología. En segundo término, explica, “es la aceptación social del hábito”. En este punto Gil Deza celebra las restricciones sociales que hoy prohíben fumar en lugares cerrados como los restaurantes: “todo ayuda a que el que quiera dejar de fumar pueda dejar de hacerlo”, añade y aduce una tercera razón: “para cambiar de hábito se necesita algún estímulo que lleve a convencernos de que este hábito nos hace daño, y que ese estímulo nos lleve a intentar dejarlo”. 

Para Gil Deza, dejar el hábito de fumar implica entre tres y cuatro intentos previos, y por eso, argumenta, es muy difícil dejarlo la primera vez. Entonces propone no considerar los intentos como fracasos, sino como hacen los atletas del salto en largo, “que realizan más de un intento hasta lograr el éxito”. 

Por qué dejarlo

Desde el punto de vista de la oncología el tabaquismo tiene entre dos y tres logaritmos por encima de todos los demás riesgos: “si la obesidad tiene riesgo uno, el tabaquismo tiene riesgo mil; si el sedentarismo tiene riesgo uno, el tabaquismo tiene riesgo mil; si las radiaciones tienen riesgo uno, el tabaquismo tiene riesgo cien”, ejemplifica y recalca que “el tabaquismo aparece como un riesgo muy grande de tener un cáncer pero también un riesgo muy grande de tener un infarto y un riesgo muy grande de tener enfermedad pulmonar obstructiva crónica”. 

Además, agrega, las consecuencias del tabaco no se circunscriben al fumador, porque existen al menos tres “humos”. Un primer humo que es el que el fumador inhala y exhala y es un riesgo para la persona que fuma; un segundo humo, que es el aire que respira el que no fuma pero está al lado de un fumador. Ese fumador pasivo padece el aire contaminado con el humo exhalado por el tabaquista o por el humo consumido por el cigarrillo. Y un tercer humo, del que se tiene poca conciencia, y es aquel que se deposita sobre la superficie de las cosas y que concentra sustancias químicas que tienen riesgo de generar cáncer.

“Ese humo depositado en el suelo, en las alfombras, en las mesas, en las tazas, es el que tocan los chicos, que luego tocan los juguetes y se llevan los dedos a la boca y es aún más nocivo desde el punto de vista oncológico”, subraya Gil Deza.

“Si el fumador no quiere dejar de fumar, un objetivo es la casa libre de humo, que deviene en menor incidencia de patologías respiratorias en los niños y la libera de la contaminación de este tercer humo”, subraya. 

Finalmente, el director de Docencia e Investigación del Instituto advierte sobre los beneficios de dejar el trabajo: “los efectos beneficiosos empiezan desde el primer minuto: la persona que deja de fumar ya tiene efectos cardiovasculares prácticamente en horas, en días o semanas mejora su función respiratoria y prácticamente a los 5 años, el fumador logra volver a los niveles de riesgo oncológico similares a la de la población que no ha fumado nunca”. “El beneficio es inmediato, desde el instante en que se deja de fumar”, concluye.