Cáncer de próstata: la detección temprana mejora la sobrevida y la calidad de vida

Médico realizando control urológico preventivo para la detección temprana del cáncer de próstata en pacientes adultos.
Los controles anuales permiten detectar el cáncer de próstata en etapas tempranas y aumentar las posibilidades de curación.

Con más de 11.000 nuevos casos por año en Argentina, el cáncer de próstata lidera la incidencia en hombres. Los controles periódicos permiten diagnosticar antes de que aparezcan síntomas y aumentar las posibilidades de curación.

El cáncer de próstata es el de mayor incidencia entre los hombres y, si se detecta a tiempo, las posibilidades de un tratamiento exitoso son mucho mayores.

Durante años, hablar del tema fue para muchos un asunto incómodo. El miedo al diagnóstico, el desconocimiento y los prejuicios en torno a los estudios -en especial al tacto rectal- actuaron como barreras para la prevención. Hoy esa realidad comienza a transformarse y cada vez más hombres asumen la importancia de los chequeos periódicos y de la detección temprana como parte del cuidado de su salud.

Según datos del Instituto Nacional del Cáncer, en Argentina se diagnostican más de 11.600 nuevos casos de cáncer de próstata cada año, lo que lo convierte en el tumor más frecuente entre los varones. A nivel global, ocupa el segundo lugar después del cáncer de pulmón.

“Hasta que el cáncer no está avanzado no hay síntomas”, advierte el Dr. Leonel Smolje, médico especialista en uroncología y subdirector médico del Instituto Oncológico Henry Moore. Y agrega: “Por eso es tan importante realizar estudios de detección precoz para identificarlo en etapas tempranas”.

La relevancia del control urológico

La próstata es una glándula del aparato reproductor masculino que, con el paso de los años, puede desarrollar alteraciones. En el 95% de los casos, los tumores malignos se originan en su tejido glandular y suelen crecer lentamente, sin provocar síntomas en las primeras etapas.

El control anual incluye análisis de sangre para medir el antígeno prostático específico (PSA), ecografía y tacto rectal. Estos estudios permiten detectar alteraciones antes de que se manifiesten clínicamente.

Las recomendaciones indican comenzar los controles a los 50 años, o a los 45 si existen antecedentes familiares directos. En casos con antecedentes múltiples de patologías oncológicas, como cáncer de mama, colon o páncreas en la familia, se sugiere iniciarlos a partir de los 40 años.

“El cáncer de próstata afecta a 1 de cada 7 hombres a lo largo de su vida”, explica Smolje y señala que “en la mayoría de los casos, el diagnóstico se realiza en estadios precoces, lo que permite que el 80% de los pacientes acceda a tratamientos con intención curativa”.

El especialista recalca además que alrededor del 20% de los diagnósticos se producen cuando la enfermedad ya presenta metástasis y requiere abordajes paliativos o de control. Los síntomas más comunes en etapas avanzadas pueden incluir sangre en la orina (hematuria), dificultad para orinar, disminución del flujo, necesidad de levantarse varias veces por la noche o dolor óseo -uno de los sitios donde el cáncer de próstata suele diseminarse con mayor frecuencia-.

Opciones de tratamiento

Una vez confirmada la presencia de cáncer mediante una biopsia, el paso siguiente es determinar su extensión. “Todo tumor se estadifica, es decir, se evalúa si está confinado al órgano o si se ha diseminado”, explica Smolje. Con esta información, se elabora un plan terapéutico que se define junto con el paciente, considerando sus preferencias y características clínicas.

Cuando la enfermedad está localizada, los tratamientos de referencia son la prostatectomía radical (cirugía) o la radioterapia prostática. Si la enfermedad se encuentra avanzada, el abordaje puede incluir hormonoterapia, a veces combinada con quimioterapia.

En los últimos años, los avances en terapias específicas y medicina de precisión han permitido reducir la mortalidad en más de un 30% y mejorar los resultados clínicos, especialmente en casos metastásicos.

Promover una cultura de prevención implica dejar atrás los silencios y comprender que los controles no solo salvan vidas, sino que también preservan la calidad de vida. Cuidar también es prevenir y hablar del cáncer de próstata sin miedo ni prejuicios es el primer paso para evitar diagnósticos tardíos. Realizar los controles periódicos es la forma más efectiva de detectar la enfermedad a tiempo y ofrecer a cada paciente la mejor oportunidad de curación.