Auditoría Médica: “Lo primordial es la seguridad del paciente”

<strong>Auditoría Médica: “Lo primordial es la seguridad del paciente”</strong>

La auditoría médica es un instrumento fundamental para evaluar la calidad de la atención que se brinda a los pacientes. Por eso, el Instituto Oncológico Henry Moore (IOHM) cuenta con un Departamento de Auditoría Médica compuesto por tres áreas: Oncología Clínica, Oncohematología y Oncopediatría.

El espacio está a cargo del Dr. Marcelo Muiño (MN 70431) y la implementación de la auditoría médica tiene la mirada puesta tanto en la seguridad como en el bienestar del paciente, por eso se aplica exactamente la misma metodología para la auditoría interna de pacientes que se tratan en el IOHM como de pacientes externos que son atendidos en otros sitios.

En la oncología actual hay una gran asimetría de información, no sólo entre el médico y el paciente, sino entre el médico especialista y sus colegas de otras especialidades. El auditor es un experto en el campo de su especialidad, que busca equilibrar esa asimetría y sobre todo evitar el sesgo del patrocinante, tal como expuso el Dr. Gil Deza (MN 69862), oncólogo y director de Docencia e Investigación del Instituto Oncológico Henry Moore, en un artículo recientemente que publicó recientemente.

Evitar el error: el primer paso de la auditoría

“Cuando un sistema no tiene auditoría una de cada cien prescripciones puede estar equivocada y poner en peligro la vida el paciente”, explican desde el Instituto. Por eso, IOHM implementó un sistema de detección de errores que ha demostrado que una de cada cien prescripciones oncológicas está equivocada. El estudio fue presentado en el Congreso Americano de Oncología Clínica, hace más de 15 años, y se confirmó luego de analizar un cuarto de millón de prescripciones de todo el país. Un tercio de esos errores puede ser mortal.

Por lo tanto, el primer paso es asegurarse que la droga, dosis, intervalos y formas de administración se adecuan al diagnóstico, estadio y estado general denunciado por el médico prescriptor.

El segundo paso es asegurar que el tratamiento indicado es el mejor tratamiento disponible para el caso concreto del paciente. Hay excepciones, pero el 95% de los pacientes pueden ser tratados con esquemas estándares y protocolizados. “La premisa es que los tratamientos cumplan las indicaciones de la medicina basada en la evidencia”, explica el Dr. Muiño.

Desde IOHM afirman que cuando un sistema no tiene auditoría por lo menos un tercio de las prescripciones no está basada en la evidencia y el paciente puede estar recibiendo un tratamiento menos eficaz o más tóxico. En tanto, cuando el auditor y el prescriptor están de acuerdo, es altamente probable que el tratamiento indicado sea correcto y seguro.

Cuando hay diferencias de opinión sobre el mejor tratamiento comprobado para el paciente, se emplea para la resolución del problema un criterio ético universal: “si dos tratamientos tienen igual eficacia, debe seleccionarse el menos tóxico para preservar la calidad de vida del paciente; de dos tratamientos igualmente eficaces y de similar toxicidad, debe seleccionarse el menos costoso para asegurar a la mayor cantidad de pacientes el acceso a la medicación y evitar la toxicidad financiera de la medicina guiada por el marketing”, sostiene Gil Deza.  Por esto, en muchos de estos casos el paciente es citado a una consulta médica, pues a veces no es suficiente con evaluar la prescripción y así poder dirimir la diferencia.

El tercer rol de la auditoría es participar en el diseño y actualización de los protocolos de tratamientos basados en evidencias, “normativas que consideramos que deben estar basadas en la evidencia, especialmente las nuevas drogas guiadas por una indicación fármaco-genómica y que deben cumplir un criterio fármaco-económico al momento de indicarlos” puntualiza Muiño.

“No toda droga nueva es mejor, aunque el marketing diga siempre lo contrario”, resalta el Dr. Muiño y explica que para establecer si un esquema terapéutico es aprobable o no, se basan en un punto fundamental que es la sobrevida global. “Analizamos que el tratamiento tenga un impacto de sobrevida global en el paciente y que a la vez sea clínicamente significativo, además, de estadísticamente significativo. Desde la Auditoría Médica trabajamos para que no exista ni sub-prestación ni sobre-indicación”. Ponemos la lupa para que se cumplan todos los criterios de inclusión, los tiempos de tratamientos con las dosis adecuadas y el perfil de toxicidad”, insiste Muiño.

“El desafío más importante de la calidad en la oncología del siglo XXI es la accesibilidad de los pacientes al mejor tratamiento comprobado”, sostenía el Dr. Gustavo Gercovich, fundador de nuestra institución, formado en el prestigioso MD Anderson Cáncer Center en Houston, Texas, Estados Unidos.  El IOHM continúa con ese legado y aboga para que el paciente que lo necesita reciba el fármaco indicado, por eso toda prescripción sin fundamento será observada cuidadosamente para proteger tanto al paciente que puede verse perjudicado como al sistema de salud que puede verse expoliado.

“Un sistema de salud sin auditoría, declama una calidad que no puede demostrar”, aseguran los referentes del IOHM.